Morelia liberada con Fito Páez

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La ciudad de la cantera rosa ajustó los últimos detalles y se vistió de gala para recibir a un gran artista que disfrutó de Morelia durante 4 días al caminar sus calles coloniales.

Entre la penumbra se dibujaba una silueta con porte singular, mientras en el público comenzaban a dibujarse las sonrisas por la emoción desbordada de corear a Páez por primera vez.

La noche del 24 entró a romperla con todo, al final sigue siendo un animal de ciudad, pero un anfibio, que puede coquetear con el folklor, la textura de la orquesta y del jazz, y siempre tener un pie puesto en el pop y otro en el rock and roll.

Ayer sonó y embrujó… porque es Fito, y Fito sabe qué tiene que hacer y qué tiene que decir para ello.

A pesar de los más de mil metros de “altura” se vió a un Páez generoso y entregado, no importó ningún contratiempo ni los menos de mil asistentes al concierto, él salió a dar lo que llevaba en el alma como el emblema de la música que es.

Su banda de músicos cumplió, no se ha vuelto a ver una banda sobresaliente para Fito desde hace muchos años, eso quizá es una deuda constante desde entonces para con su público que sabe de su pasado glorioso y que lo añora, porque sí, ninguna de sus “bandas de bolsillo” en los diferentes Tours que ha hecho después de Naturaleza Sangre ha destacado particularmente.

La gente salió feliz y en “euforia”, si una palabra resumiera el concierto sería «alucinante», porque Fito es Fito, y cuando va, “se la banca” y aguanta que no cante todo lo que podría cantar, y meta en el repertorio canciones que quizá no tenga tantas ganas de oír, pero bueno, siempre esos minutos son excelentes ocasiones para sentarse de nuevo en la butaca y recuperar el aire, ya los fans de Fito pasan los 40s-50s… ¡el tipo es considerado!

Moy Bedolla, cantautor moreliano quien disfruto del concierto en asientos de la primera fila, nos dio su opinión:
«A mí me pareció un concierto alucinante. Yo nunca lo había visto en vivo, sabía que su espectáculo además de ser exquisito y excelente sabía que es muy bueno. Algo que me gustó mucho fue que fue más música que espectáculo, yo no paré de bailar en casi toda la noche, estaba fascinado, aparte tenerlo ahí a medio metro es otra cosa».

Bernardo Quesada, cantautor, arreglista, compositor y director de orquesta de Costa Rica, nos mencionó:
«Como recomendación para los empresarios locales, sería prudente que en ese veneu, cuando coloquen la estructura de la tarima y quieran hacer un VIP, tomen en cuenta que un sistema de audio como el que se usó ayer no puede proyectar un estéreo real a tan pocos metros de la línea de las primeras butacas, lo que resulta en una pésima escucha para el asistente que compró los boletos más caros.

Eso es un principio básico, así que la solución es dejar mucho más espacio entre la torre de los parlantes y la primera línea de butacas.

Esto para evitar lo que ayer vivió la gente de la zona preferencial, que sí estaba viendo la tarima del lado izquierdo no tenía idea de qué estaba tocando el guitarrista, que por la actitud que tenía tocaba muy bien pero no se escuchaba.

Fito, un hombre de canas y lentes oscuros, traje morado y bufanda de colores interpretó «un vestido y un amor», «a lado del camino», «circo beat», «el amor después del amor» y piezas como «la ciudad liberada», «se terminó».

Olé, olé, olé, olé… Fito, Fito!! retumbó en las paredes del Palacio del Arte 5 minutos aproximadamente para que Fito regresará con el encore envuelto en una mariposa tecknicolor.

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